El privilegio de ser maestro

Creo que todas las personas, en algún punto de nuestras vidas, somos maestros y aprendices. Todo depende del momento que estemos viviendo y de la perspectiva desde la que lo analicemos. 

Siempre repito lo afortunado que me siento por lo que tengo y lo que soy, y como lo dice el título de esta reflexión, ser maestro es un privilegio que disfruto y ejerzo con mucho entusiasmo. Desempeñar este rol, me envuelve en un círculo virtuoso de un constante aprender, enseñar y seguir aprendiendo; porque así como los maestros tenemos un impacto en la vida de nuestros alumnos, ellos también lo tienen, incluso posiblemente mayor, en las vidas de sus maestros.

Cuando me pongo a pensar en cuál es mi misión como profesor, siempre tengo presente que se trata de inspirar inquietud sobre el mundo y sacar a flote ese lado curioso que nos lleva a querer saber más de lo desconocido. La educación es la herramienta más poderosa que tenemos para ser libres, porque con ella, sabremos tomar decisiones más acertadas e informadas y podremos aportar más valor en los distintos ámbitos en donde nos desempeñemos. 

Pero la mejor parte de esto, no es solo inspirar y compartir nuestros conocimientos con los alumnos, sino también, poder ser inspirado por ellos. Como cualquier actividad en la que hay dos partes de por medio, tenemos la posibilidad de adquirir nuevos aprendizajes de los estudiantes, y así, enriquecer tanto nuestra área profesional como personal. Hay un dicho muy popular: “el alumno superó al maestro”, pero yo no creo que uno supere al otro, sino que el alumno y el maestro en conjunto superan a la ignorancia, al desconocimiento, al desentendimiento; y en su conjunto, son mejores.

Aún recuerdo el día en el que di mi primera clase; sentí una mezcla de emociones, entre nervios, emoción y temor. Pero una vez que estamos de pie en un aula, sea grande o pequeña, los nervios se ven opacados por las ganas de compartir y lo emocionante de interactuar con cabezas y almas curiosas e inquietas. Por eso, creo que ser maestro también es un acto de amor; de amor al conocimiento, a la historia, al futuro, a los alumnos, al mundo y a uno mismo.

Quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi admiración y gratitud, reconociendo a un grupo de personas que han sido una referencia en mi camino personal y que son y serán parte fundamental en mi vida:

  • A mis maestros en el colegio y la universidad, que tuvieron un impacto en mí desde pequeño. Esos que a través de sus palabras, trato y vocación, supieron transmitir mucho más que conocimientos y me motivaron a seguir por ese camino. 
  • A mis maestros de vida, mi padre, mi madre y mis hermanas.
  • A mis colegas de la Universidad Francisco Marroquín, y por supuesto a la institución por permitirme disfrutar de un ambiente académico saludable y enriquecedor.
  • A los maestros y maestras que educan en zonas rurales, las cuales muchas veces no cuentan con los medios necesarios para ejercer su rol como quisieran, pero que su pasión y compromiso logran un impacto trascendental en las vidas de sus estudiantes.
  • A mis alumnos, quienes hasta la actualidad me dan la posibilidad de compartir un espacio en el que todos, incluido yo, aprendemos y disfrutamos.
  • Y a mi familia, mis hijos pero en especial a mi esposa, que han sido mis maestros en el amor incondicional. 

Hoy saludo y rindo homenaje a todos los hombres y las mujeres que  tenemos el privilegio y la responsabilidad de ejercer esta profesión. Que sigamos encontrando en las aulas un espacio para compartir, para descubrir y redescubrir; y que nos guíe a ser personas más libres e informadas.

 

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