Inteligencia artificial o inteligencia emocional

La inteligencia artificial – IA – ha copado los recientes titulares de prensa. Sobre ella se especula tanto a favor como en contra. 

Se dice que ahora la IA podrá escribir trabajos universitarios, presentaciones ejecutivas y sustituir médicos y abogados en sus diagnósticos y recomendaciones. Los expertos pronostican que algunas profesiones están «en peligro de extinción”; otras serán potenciadas. 

Por otra parte, los mismos ejecutivos de las empresas que están desarrollando esta herramienta tienen sus propias dudas y preocupaciones. “Estamos trabajando, definitivamente, con tecnología que va a ser increíblemente beneficiosa, pero claramente, tiene el potencial de causar un profundo daño.” – Son las palabras de Sundar Pichai, CEO de Google en una reciente entrevista al New York Times.

Palabras que recoge el parlamento europeo que recientemente ha creado un “comité sobre la inteligencia artificial en la era digital”. Este comité estaría encargado de promover un “ambiente regulatorio favorable” a la IA.

Mientras todo el mundo se enfoca en la IA yo recomiendo regresar a lo que nos hará verdaderamente exitosos como profesionales y como líderes: la inteligencia emocional – IE -. 

La tecnología ha aumentado de forma milagrosa nuestra productividad; y lo seguirá haciendo. Pero, ese trabajo universitario, esa presentación ejecutiva y ese diagnóstico debe ser presentado, liderado y ejecutado por y para un ser humano. También será otro ser humano el beneficiario de dicho plan. Ese último eslabón en la cadena es tanto más crítico como la elaboración y el origen del trabajo en sí.

¿Cuántas veces nos ha pasado que la mejor idea deja de ser implementada por una mala labor de venta o una presentación que no convence? ¿O es mal ejecutada o mal liderada y fracasa? Por ello es que yo le apuesto más a desarrollar nuestras capacidades de IE antes de creer que la IA será la clave de nuestro éxito profesional. Cualquiera podrá trabajar con las herramientas de IA. Muchas de ellas ya comienzan a estar disponibles sin costo. Pero no todos tendrán la visión, paciencia y disciplina para desarrollar sus propias competencias de IE.

El profesor Daniel Goleman, autor del libro Emotional Intelligence, lo explica de la siguiente manera. La calidad y eficacia de todo ejecutivo depende de su capacidad en desarrollar los cinco componentes de la IE:

  1. Tener conciencia de uno mismo: la capacidad de reconocer y comprender los propios estados de ánimo, emociones e impulsos, así como su efecto en los demás. Por lo tanto debemos cultivar la autoconfianza, la autoevaluación realista y el sentido del humor autocrítico.
  2. Autorregulación: es decir, la capacidad de controlar o redirigir los impulsos y estados de ánimo perturbadores. Cultivar la propensión a suspender el juicio, a pensar antes de actuar; la confiabilidad e integralidad, la comodidad con la ambigüedad y la apertura al cambio.
  3. Motivación: generar una pasión por trabajar por razones que van más allá del dinero y el estatus. Promover la propensión a perseguir objetivos con energía y persistencia. Hay que promover el optimismo, incluso ante el fracaso y demostrar compromiso organizativo.
  4. Empatía: la capacidad de comprender la composición emocional de las otras personas. La habilidad para tratar a las personas según sus reacciones emocionales. Debemos cultivar la creación y retención de talento; la sensibilidad intercultural y el servicio a clientes y consumidores.
  5. Habilidad social: debemos cultivar la competencia en la gestión de relaciones y creación de redes; la capacidad para encontrar puntos en común. Para ello debemos demostrar eficacia en la gestión del cambio; capacidad de persuasión y experiencia en la creación y dirección de equipos.

Algún día, quizás, una computadora sea capaz de ser programada para demostrar inteligencia emocional y liderar equipos de trabajo efectivos. Pero mientras ese momento llega, yo le apuesto a la IE como la herramienta que más influirá en nuestra capacidad de liderazgo para crear un mejor mundo. 

Lo bueno es que, hasta el momento, nadie ha querido “regular” ni ha expresado preocupación alguna por los daños potenciales que el desarrollo de la IE pueda tener sobre la sociedad. Al contrario. ¡Vamos pues a desarrollar esas indispensables competencias!

P.D. Ninguna inteligencia artificial fue utilizada para la elaboración de este artículo.

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