¡Felices fiestas a todos!

En un abrir y cerrar de ojos el año llegó a su fin, recordándonos que el tiempo pasa rápido y que todos los momentos son buenas oportunidades para agradecer. El 2022 llegó para demostrarnos que después de la tormenta llega la calma porque, aunque todavía se siente el peso de la pandemia, también trajo la esperanza por aprovechar las nuevas oportunidades que surgieron. 

Desde reencuentros con colegas en distintos países, hasta visitas y regalos inesperados -como el halcón en la ventana que se hizo famoso en mis redes-, tengo tanto por agradecer y celebrar de este año, que quiero compartirlo con ustedes. 

Tuve la dicha de encontrarme con decenas de colegas y compañeros de mi familia Progreso a nivel local y regional. Dejamos atrás las pantallas y el distanciamiento para reencontrarnos y vivir momentos que nos recordaron la importancia del contacto humano. También tuvimos la oportunidad de seguir aprendiendo y capacitándonos en distintos eventos que reafirmaron que, el capital humano creado gracias a la educación, es nuestra arma más poderosa y  la clave para construir un futuro mejor. 

Y por si fuera poco, sumamos nuevos hermanos a la familia Progreso, llevando nuestro ADN a más rincones de la región. Para mí, esto significa ser testigo y aliento en el camino del crecimiento personal y profesional de nuestros colaboradores, asegurándonos de ofrecerles un espacio donde se sientan valorados, escuchados y atendidos. 

Soy un hombre que siempre busca crear, construir y trabajar en equipo. Por eso, a este año también le agradezco a los miembros de FICEM por mi reelección como presidente de su junta directiva, una plataforma que me permite seguir impulsando el crecimiento sostenible de la industria cementera en favor de la sociedad y de la región.

Recordar estos acontecimientos me motiva a seguir trabajando y, sobre todo, a rescatar el espíritu de estas épocas: compartir mi gratitud con todos los que me leen

Les confieso que tomo como excusa estas fechas y estas líneas, para invitarlos a cerrar el año haciendo una pausa de todos los pendientes y las prisas del día a día, para rescatar lo bueno y lo extraordinario que el 2022 nos permitió vivir. A veces pensamos que esas cosas tienen que ser logros inalcanzables o increíbles, pero en realidad son detalles como el abrazo de un hijo o las palabras de aliento de un colega los que pueden convertirse en los más grandes reconocimientos que podemos recibir.  

Así me despido del 2022 y le doy la bienvenida al 2023, ¡feliz Año Nuevo en compañía de los que más quieren! 

Afectuosamente,

– José Raúl González

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