Transformando vidas, un piso a la vez

“Una casa es mucho más que un mero refugio: debe convertirlo en un lugar que nos eleve emocional y espiritualmente”.

John Saladino.

En la vida, nada es solo lo que aparenta ser. Esto aplica para nuestros gestos y acciones, pero también para las cosas. Un piso de cemento, por ejemplo, es mucho más que solo una parte de una casa; representa dignidad para una familia, salud para bebés y ancianos y un escenario más sano de juegos para los niños.

Estoy convencido que es fundamental crecer en un hogar con amor y respeto; con dignidad y valores que contribuyan a la crianza de los más pequeños. Por ello no puedo dejar de lado la importancia de habitar una casa en buenas condiciones.

En distintas partes del mundo, miles de personas están lejos de contar con un piso de cemento en sus hogares y nuestra región no es la excepción. Desde hace dos años y también por los próximos dos, presido la Junta Directiva de la Federación Interamericana del Cemento (FICEM). Mis colegas y yo compartimos el sueño de erradicar los pisos de tierra de América Latina y el Caribe para 2050. La meta es ambiciosa, pero creo que solo así es como vale la pena vivir: luchando por grandes transformaciones.

Para avanzar en nuestro propósito, desde Cementos Progreso nos unimos a FICEM y a Hábitat para la Humanidad en la iniciativa ‘100 mil pisos para jugar’, con la que aspiramos a reemplazar 100 mil pisos de tierra por pisos de concreto para 2028 en Guatemala y Latinoamérica. Esta iniciativa busca mejorar la infraestructura de las casas de miles de familias de toda la región, empezando por lo básico: el piso. Muchas de estas familias se encuentran en situación de vulnerabilidad, y eso está directamente relacionado con las deficientes condiciones de sus viviendas. Sabemos que sustituir los pisos de tierra por los de concreto, beneficiará la salud y la calidad de vida de estas 100.000 familias.

La salud de los más pequeños debe ser nuestra prioridad. No es un secreto que los chicos son los que tienen mayor contacto con el suelo pues gatean y juegan en él. Como consecuencia, se ven más expuestos a infecciones, bacterias y enfermedades que afectan su salud. Un estudio del Banco Mundial demuestra que, con un cambio a piso de concreto, se llega a reducir cerca del 80% de la incidencia de esas enfermedades respiratorias, infecciosas y de la piel. El mismo estudio también señala que las malas condiciones de la vivienda, adicionalmente, perjudican el estado de ánimo y la autoestima de los adultos. Esta situación provoca frustración, insatisfacción y estrés por las condiciones de sus viviendas. Transformar esas realidades no es una acción de pocos meses, sino un trabajo para los próximos años y por las próximas generaciones. Sin embargo, los retornos en salud y en bienestar son altísimos.

Estoy convencido de que ‘100,000 pisos para jugar’ es una iniciativa que no solo transforma casas, sino vidas. Me alegra ver los avances que vamos logrando, con el programa piloto de las primeras 100 viviendas, gracias al compromiso del equipo social de Cementos Progreso y nuestros aliados locales de Hábitat, la Red de Empresarios Indígenas, el Instituto de Cemento y Concreto de Guatemala (como asesor técnico) y FICEM a nivel internacional.

Extiendo la invitación a todas las empresas y organizaciones, que tengan la voluntad de contribuir para que más familias de la región puedan habitar una casa que no solo les de calor, sino salud y protección. Todos, no solamente quienes estamos en el mercado de materiales de construcción podemos “construir juntos el país donde todos queremos vivir”.

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