¿Que 20 años no es nada? Hablemos del desarrollo humano en Guatemala

¿Recuerdan su vida hace 20 años? ¿Dónde estaban, qué les preocupaba, cuáles eran sus metas? Mirar al pasado nos permite evaluar, comprender y ajustar el rumbo de nuestra existencia, y si hacemos ese ejercicio para entender los cambios de nuestro país, el ejercicio se vuelve más interesante. Eso logra el estudio Desafíos y oportunidades para Guatemala: hacia una agenda de futuro. La celeridad del cambio, una mirada territorial del desarrollo humano 2002 – 2019 elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Los resultados nos ponen frente al espejo para comprender las principales transformaciones de nuestra sociedad, entendiendo que se trata de un proceso con diferencias entre los distintos territorios del país. Es un análisis desde la perspectiva de “lo que las personas son capaces de ser y hacer en Guatemala”, en relación con el papel activo de los guatemaltecos para construir su propio desarrollo. Para hacerlo se midió el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que comprende tres dimensiones: el nivel de educación, la esperanza de vida y el ingreso nacional bruto per cápita. Comentemos algunos hallazgos.

La educación empuja el desarrollo
Sabemos que se trata de la inversión más rentable que podemos realizar como país, y este informe lo confirma con el impacto positivo de la educación para la vida y el desarrollo de cada individuo. Las cifras muestran que entre el 2000 y 2015, la inversión y el gasto en educación primaria aumentaron y permitieron aumentar la cobertura de la educación. Este impulso ha contribuido al desarrollo humano de los guatemaltecos, principalmente de los más jóvenes. 

Todas estos resultados se vieron afectados con la llegada de la pandemia, que agravó las dificultades de acceso y las desigualdades entre territorios. Les comparto un dato para entender la situación: al menos el 71% de la población experimentó carencias en términos de educación durante la pandemia. A las limitaciones de calidad debemos sumar las de acceso a la tecnología. Me impactó leer que en 2018 el 76% de la población, y hasta el 90% de la población indígena, no tenía acceso a la tecnología en sus hogares.

El presente y el futuro inmediato de nuestro país depende en gran medida de las acciones que tomemos para atender a la población rezagada en su proceso educativo y para acelerar las oportunidades de digitalización para todos. Si asumimos esta tarea, aumentaremos la competitividad del país, fomentaremos el desarrollo de las industrias y podremos generar más oportunidades para las transiciones generacionales en las organizaciones públicas y privadas. En la Fundación Carlos F. Novella, para hablar de lo que hacemos en casa, nos tomamos en serio esta responsabilidad a través del desarrollo de programas, proyectos e iniciativas que promueven las habilidades y capacidades de los jóvenes; así como también, al ser una pieza clave de apoyo al Colegio Enrique Novella Alvarado (ENA).

La urbanización refleja nuestro crecimiento
Es una conversación frecuente en la actualidad: la urbanización es uno de los fenómenos más fuertes que experimentamos en el país. Al revisar las últimas décadas, recordaremos que Guatemala se caracterizaba por una urbanización relativamente lenta y tardía en comparación con otros países de la región. Prueba de ello es que en el 2018 solo el 54 % de la población vivía en zonas urbanas.

El surgimiento y crecimiento de las ciudades intermedias ha sido tal que en 2018 ya albergaban al 14% de la población del país. Este es un aspecto central para el crecimiento del país y, como señala el PNUD, ofrece a la vez el reto y la oportunidad de atenuar las desigualdades y promover la generación de oportunidades para todos.

Ya que hablamos de este tema, cabe destacar un aspecto fundamental que impacta en el IDH: la calidad de la vivienda. La información disponible muestra que en 2018 el 42% de los hogares guatemaltecos sufría carencias. La calidad y resiliencia de los materiales se hace cada vez más importante ante el impacto de los fenómenos naturales y para cumplir el compromiso con la sostenibilidad.

La mejora de las viviendas impacta directamente en la salud y la seguridad de los guatemaltecos. El cambio de los pisos de tierra y su sustitución por el cemento, por ejemplo, me ha permitido constatar de primera mano que el desarrollo humano pasa por dignificar una casa, cuidar la salud de los hijos y mejorar la infraestructura que protege a las familias. 

¿Y ahora qué sigue?
El informe nos deja con más preguntas que respuestas, pero aporta un insumo de información valiosa para seguir generando oportunidades que promuevan el desarrollo humano de todos los guatemaltecos. Me quedo con estas:

1| La definición de políticas públicas requiere el trabajo integrado de todos los sectores de la sociedad y la articulación de tres elementos fundamentales: conocimientos, capacidades y recursos.

2| Generar empleo y oportunidades económicas es clave para reducir la desigualdad y promover el desarrollo humano. Tenemos una oportunidad ideal gracias al bono demográfico de nuestra sociedad, y aprovecharlo nos permitirá ayudar a crecer a una generación de jóvenes y adultos que impulsen también el desarrollo económico del país.

No podremos avanzar sin atender los desafíos que tendrán un papel central en la agenda de los próximos años, pero siempre es bueno recordar que los logros de las dos últimas décadas han hecho posibles las buenas noticias que recibimos en la actualidad. 

La solidez de nuestra economía es reconocida internacionalmente, la riqueza cultural y ambiental del país atrae a turistas de diversos destinos y las nuevas generaciones confirman que el potencial de los guatemaltecos es inagotable. Ahora, sigamos trabajando para que el desarrollo humano no deje de crecer en los próximos 20 años.

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